Tuesday, January 20, 2009

Inauguration Day or Free Stuff Day

Pensé que hoy sería un día flojo para las ventas, y desde temprano me resigné a ver pasar las horas con ese ritmo de "uno para adelante, tres para atrás" que reta la resistencia del más paciente. "Es la toma de mando presidencial, y no de cualquier presidente, ¿para que habría la gente que venir al mall  cuando podrían estar viendo escribirse un nuevo capítulo en la historia de este país y del mundo?". Me equivocaba. No contaba con un factor que no deja de sorprenderme de esta idiosincracia: la inaudita fascinación que el americano de cualquier estrato social siente por recibir objetos gratis, o, como ellos dicen, "getting free stuff".

Por una situación legal que aún no termino de comprender, las grandes tiendas por departamentos en sus respectivas secciones de cosméticos se vieron obligadas a regalar (acontecimiento casi tan histórico como la toma de posesión misma) una variedad de productos a sus clientes. A la intemperie en esta -inusual para esta área- mañana de viento y frío, se agolpaban centenares de personas en las afueras de Macy´s, Bloomingdales, Dillards, Saks 5th Ave, Neiman Marcus, etc, inmutables ante los acontecimientos que al mismo tiempo se suscitaban en la capital de la nación. Asombrada ante lo inusual de la horda, se me ocurrió preguntar a un caballero en la fila el motivo de tanta movilización. "They are giving away FREE STUFF!", obtuve como efusiva respuesta. Acostumbrada a las estrategias de mercadeo por muestras de estas tiendas y por tanto ya sin tanto interés, inquirí: "What kind of stuff?", ante lo que recibí como ya exasperada respuesta: "I don´t know, just FREE STUFF!" como si a ese punto importara la especificación.

Agolpados ante un televisorcito de emergencia (de los de los que los floridianos guardamos para épocas de huracanes pues fucionan a batería), los empleados de una tienda vecina comentaban los sucesos del acto inaugural mientras yo me lamentaba de mi suerte de no poder sacar mi computadora y conectarme a CNN Live pues mi jefe había amenazado con visitar. A ellos me uní a distancia prudencial (¿y si llegaba el jefe?) y en esa imagen diminuta y borrosa vi jurar a Barack Hussein Obama con la mano en la misma Biblia que lo hiciera Abraham Lincoln. Una de las vendedoras, visiblemente emocionada, comentó: "Today, after many years, I feel proud to be american again!". Por eso no podía entender la apatía de los acumuladores compulsivos, disfrazados con camisetas patrióticas, algunas de ellas hasta con la foto del nuevo presidente, perdiéndose EL momento por recibir un perfume o una crema gratis. Supongo que cuando el recién nombrado mandatario habla de una América para todos, sin importar color, raza, género, orientación sexual o creencia religiosa, también se refiere a los apáticos de la historia, a los necesitados de perfumes, a los indigentes de cremas antioxidantes, a los activistas de free stuff. También para ellos es el cambio, y el cambio empieza hoy, sépanlo o no.

Friday, January 16, 2009

El fruto del árbol

La otra noche, mientras comenzaba a rendirme al sueño, bajo una improvisada tienda de campaña hecha con sábanas, a la luz de las estrellas dentro de la habitación de mi hija de cinco años, ella me estampó un beso en la frente y me dijo “I love you, daddy”. En ese momento, una ola de emociones encontradas me invadió. Una mezcla de armonía y desasosiego.

He viajado bastante en mi vida, y aunque he visto muchas cosas increíbles nunca me hubiera imaginado que tendría una hija norteamericana. Pero ese hecho no fue lo que me causó el conflicto oximórico. Mi conflicto con que mi hija haya nacido en este país tiene un origen meramente religioso.

Mi esposa es católica y, aunque yo fui criado entre familias muy católicas convencidas de que el fruto del árbol es el pecado, desde hace muchos años soy un ateo convencido de que el fruto del árbol es la metáfora del conocimiento, y aunque duela, éste es lo que nos hace humanos. Pero no escribo estas líneas para explicar mi fe, eso puede ser material para otro post. Estas líneas surgen de la preocupación que me causa la educación religiosa de mi hija.

Desde antes de que Sarah naciera asumí que mi esposa se haría mayormente cargo de su formación religiosa, hablándole de la Virgen, de Jesús, yendo a la Iglesia de cuando en vez, y yo le daría cierta formación filosófica general (sólo por compartir responsabilidades, porque Vane sabe las mismas cosas que yo), y que al ir madurando ella misma se formaría su propio criterio respecto a los asuntos de lo espiritual y lo material. El problema es que en el tiempo que llevamos viviendo aquí hemos descubierto que la iglesia católica en los Estados Unidos tiene mecanismos mercantilistas mejor estructurados que en nuestros países latinoamericanos. Aquí, cuando vas a la Iglesia te pasan lista como en el colegio, y te contabilizan el diezmo al centavo para saber qué tan buen feligrés eres. Pese a la cantidad de comentarios cáusticos que este tipo de escenario le puede brindar a un ateo como yo, una vez más, no escribo estas líneas para hablar de mi fe, escribo esto porque me preocupa que Sarah no tenga formación dentro de alguna religión tradicional.

Para que la niña fuera bautizada, cuando vivíamos en Orlando, tuvimos que movilizar a padrinos e invitados a una remota Iglesia donde un joven cura hispano prefirió la limpieza del Pecado Original al original pecado de la limpieza de nuestros bolsillos. La posibilidad de encontrar otro curita así para la Primera Comunión es técnicamente más remota. No porque se hayan extinguido los curas con verdadera fe, sino por que como lo dice su nombre, la comunión es un acto común, social. El Bautizo es una ceremonia mucho más íntima comparada con la Comunión, así que para cualquier párroco de buenas intenciones (que ya son los menos) es más difícil escurrir entre los congregantes a una niña cuyos padres pecadores no han venido pagando su cuota de diezmo por al menos dos años.

De la misma manera que no creo que Homeschooling sea una práctica sana (ese es tema para otro post), tampoco creo que la formación religiosa netamente casera sea conveniente para nadie, porque la religión es básicamente un asunto social. Pero llegados a este punto no tenemos mayores opciones, porque Vane no está dispuesta a pagar el precio (literalmente) y el tiempo obligado que aquí cuesta una Primera Comunión, y yo, bueno yo soy ateo. Así que será tiempo el que diga qué tan lejos cae el fruto del árbol.

Thursday, January 8, 2009

CARLOS RUIZ ZAFÓN BIEN VALE LA NIÑERA



Abordamos el carro con la mezcla de ansiedad, extrañamiento y culpa que supongo suele caracterizar estos episodios en la vida de cualquier padre primerizo. No solamente estrenábamos niñera, sino que nosotros mismos debutábamos en eso de dejar a nuestra pequeña manada (niña y canes) a cargo de alguien extraño a la familia. Cinco años y medio habían pasado sin plantearnos siquiera la necesidad de buscar candidatas, pero no hay duda, ciertos eventos merecen la movilización. En nuestra primera noche de niñera no salimos cenar. Tampoco optamos por explorar la ensordecedora y multicromática vida nocturna de South Beach, ni por ir al cine (ya acostumbramos a los tardíos estrenos de DVD). En nuestra primera noche de niñera se nos salió lo letrosos: nos fuimos –más de una hora de camino- hasta los predios de la Universidad Internacional de la Florida en el marco de la Feria Internacional del Libro de Miami, a escuchar una conversación literaria entre el periodista Jorge Ramos y el autor español, número uno en ventas, Carlos Ruiz Zafón.

Valió el viajecito y la niñera. La conversa con Ruiz Zafón fue fresca y enriquecedora. Tan tímido como corpulento, el autor catalán residenciado en Los Ángeles abrió una puerta a su mundo y a su proceso creativo, guiado por las acertadas preguntas de Jorge Ramos y el público asistente. Recordó cómo La sombra del viento fue rechazada por múltiples editores españoles, quienes la consideraban anticomercial y no emblemática de la literatura española. Profeta fuera de su tierra (suele suceder…), el reconocimiento internacional llegó mucho antes que el local y obligó a la crítica española a posar sus ojos en la novela. Hoy en día, La sombra del viento en la Madre Patria únicamente es superada en números por el inmortal caballero de la Mancha, gracias a tirajes millonarios, traducciones a más de 40 idiomas e incontables y muy jugosas ofertas de productoras cinematográficas para llevar la historia a la gran pantalla (a lo que el autor responde cauteloso, que han sido muchas las ofertas, y algunas de ellas muy atractivas, pero una película tradicional iría en contra del espíritu mismo de la novela como homenaje a la literatura. De hacerlo, sería sólo si el proyecto lo involucrara directamente. Confiamos en que siga fiel a su idea).

Mucho había transcurrido desde la publicación inicial de La sombra del viento en el 2001. Los fanáticos del Cementerio de Libros Olvidados habíamos quedado en un suspenso de 7 años hasta mediados del 2008. Segunda entrega en el proyecto que pretende incluir cuatro historias ambientadas en la ciudad de Barcelona en diferentes momentos históricos ("cuatro puertas de entrada a un laberinto"), Ruiz Zafón llegó a la Feria para entregarnos su más reciente y esperada creación: El juego del ángel. Retomando el tópico del relato faústico, el autor interpela al lector para sacudir certezas y convenciones morales, no con la intención de develarle verdades sino de promover “el diálogo entre el lector y los personajes” a través de un relato de ambiciones, amores imposibles y personajes malditos.

Habló del personaje recurrente en su obra, Barcelona. Al estilo del Londres Dickensiano, la ciudad es un ente orgánico que perturba; más que un telón de fondo, es una presencia determinante que se aclara u oscurece de acuerdo al cristal con que se mire. “Hay tantas Barcelonas como barceloneses”, afirmó decidido. Y entonces vi la Barcelona iluminada y alegre de nuestro viaje hace 8 años, para luego imaginar la Barcelona sombría, lúgubre y retorcida de los ojitos de niño de mi Jose. La Barcelona de Ruiz Zafón perturba aun en la distancia, aun en la moderna comodidad de Los Ángeles, aun en la lejanía que el mar y el tiempo son capaces de imponer. Y por eso se erige, cual el templo interminable que Gaudí iniciara hace un siglo, como ente poliforme que se transforma en cada página.





Cuando volvimos a casa, niña y perros dormían complacidos el dulce sueño de los inocentes, mientras la niñera hacía su mejor esfuerzo por no rendirse también al llamado de Morfeo. Lista para irse y más por obligación que por interés genuino, inquirió cómo nos había ido en nuestro"date". Con sendas rúbricas en nuestros libros y esa sabrosa sensación de satisfacción intelectual que dejan ciertas experiencias enriquecedoras, respondimos al unísomo con un casual "Great!" para no entrar en mayores detalles no solicitados ni deseados. Ruiz Zafón bien había valido la niñera, pero eso, ni él ni ella lo sabrían.