Wednesday, June 30, 2010

Celebración y Autodescubrimiento en LVM

Para el grupo fotográfico "La vuelta al mundo" así como para mi familia -aunque por motivos diferentes-, el mes de junio es un mes especial. Mes de cumpleaños y celebración, de alegría y de festejos.

En una entrada posterior les contaré sobre los 7 añitos de mi pequeña S. (que por cierto, como casi todos los años, resultaron en unas fiestas patronales de las que aún no me termino de recuperar).

También en junio, se cumplieron dos años de "La vuelta al mundo". Aunque lo venía seguiendo como espectadora desde el año pasado, apenas empecé a participar en febrero. Estos cinco meses han sido súper divertidos, reveladores, y, sobretodo, terapéuticos. Por "La vuelta al mundo" llegué a "L´Atelier" y también a muchos blogs hermosísimos que desearía tener tiempo de visitar con más frecuencia y que se han convertido en una verdadera red de aprendizaje y soporte.

Esa idea de Jackie que vio la luz por primera vez hace 24 meses ha sin duda sobrepasado los límites de la expectación. Hoy en día, el número de participantes supera los 1000 y cada mes se suman más y más personas. Pero quizás sean las cifras lo menos trascendente de esta maravillosa empresa. Es la cadena de fraternidad , compañerismo y solidaridad lo que abraza a cualquier nuevo participante y le invita a involucrarse cada vez más en el proyecto.

Así que era justo y necesario dedicar parte del mes a celebrar el primer par de lustros de este grupo que para muchos se ha convertido en escuela y para otros casi en un segundo hogar. Nuestro mural se llenó de tortas, ponquecitos, velas y globos, y nos unimos alrededor de todo el planeta para entonar el "Cumpleaños feliz" para nuestro grupo favorito de Flickr. Como siempre, la originalidad, la creatividad y la alta calidad de cada uno de los participantes, se puso al descubierto.

Éste fue mi pequeño regalo para "La vuelta al mundo":


Pasada la semana de la celebración, el tema para el resto del mes resultó para muchos un reto, para otros, deleite y para un montón de "vueltamunderos" (me incluyo en este último grupo), un verdadero dolor de cabeza. Era necesario ponerle rostro a nuestros compañeros de juerga, así que el tema fue "Autorretratos".

Analfabeta en la materia, a mí jamás se me había ocurrido otra cosa que estirar bastante el brazo para lograr una foto donde yo apareciera si no había nadie por ahí a quien pedirle que la tomara. ¿Cómo para qué aprender a usar el disparador automático de mi cámara, que no fuera para aparecer en los retratos familiares? Y ¿con qué intención rescatar del garage el trípode de mi papá que nunca había tenido otro uso que el de recoger polvo? Empezaba mal, como pueden ver.


Logré robarme dos mañanas del mes para dedicarme a mis sesiones de "Selfies". Les confieso que al principio me sentía fea, rara, tonta, y ni hablar de súper rígida ante la cámara. Pero luego me empecé a dar cuenta del maravilloso ejercicio que tenía en mis manos. Tenía una modelo dispuesta a lo que fuera y de ánimo incansable con la que además no sentía la pena del aprendiz. Tenía unas horas para mí sola, para explorar, probar, mover, cambiar de pose, fondos y vestuario. Tenía un ambiente contenido (no, aún no me atrevo a los autorretratos en exteriores) donde yo controlaba casi todos los elementos (a excepción de las nubecillas que de vez en cuando me tapaban la entrada de luz por mi ventana). Y tenía el mágico y maravilloso botoncito de "delete" para luego borrar todo lo que simplemente no me gustara.

¿El resultado? En primer lugar, experiencia. De todos los ejercicios fotográficos que he emprendido en estos  meses interesada en aprender algo de fotografía, creo que fue en las sesiones de "selfies" donde más he aprendido sobre luz y color. En segundo lugar, un maravilloso ejercicio de descubrimiento y de autoaceptación por el que siempre estaré agradecida, siempre con la tendencia a esconderme del otro lado del lente. En tercer lugar, la oportunidad de jugar con mi cámara. Explorar sus funciones, entrar en pánico al moverle cosas que no debía y luego devolverla a como debía haber estado, entrar en confianza con ella. Aprendizaje sensorial para el futuro, puro y simple, como cuando aprendemos a montar bicicleta, eso fue este mes para mí.

Como siempre, si quieren darse banquete con fotográf@s/modelos maravillosos, no se pierdan el blog de Jackie. Ahí, sigan la cadena con la que le damos la vuelta al mundo, conozcan a los artistas y celebren con nosotros!!!

Monday, June 21, 2010

Después de L'Atelier

El viernes terminó L'Atelier de Jackie Rueda, el curso de fotografía en línea que me tenía tan perdida de las paredes de madera de este cajón. Aún lo estoy procesando. Aún no me recupero del todo de la despedida. Fueron cuatro semanas intensas en las que mi cuota de tiempo "para mí" (esos momentos fútiles donde no soy mamá, ni esposa ni empleada, sino sólo YO) me hallaban cámara en mano correteando detrás de algún objetivo, repasando mis apuntes o departiendo con mis compañeros en la virtualidad de nuestro laboratorio de revelado en Flickr.

La llamita estaba ahí. Como ya he dicho antes, la fotografía ha coqueteado conmigo desde hace mucho tiempo (¿les había comentado que mi memoria es fotográfica?... pero no por privilegiada al estilo de la de Lisbeth Salander, no!, digo que es fotográfica pues simplemente yo no puedo recordar acciones o situaciones en movimiento, sólo imágenes fijas, como fotos pegadas en un gran álbum. Es así. Mi memoria es un álbum de fotos viejas). Pues ese coqueteo se convirtió en romance desde el primer día en L'Atelier. Allí, no sólo recibimos de Jackie información y herramientas invaluables, sino que, y sobretodo, fuimos invitados a repensar nuestra manera de mirar el mundo.

Esa invitación ha sido como despertar de un largo sueño de brumas y abrir los ojos al color, la belleza y la luz.  Me he encontrado mirando cosas que antes pasaban desapercibidas, y apreciando mucho más la belleza donde antes ni me daba cuenta que existía. Jackie nos ha hablado con la voz firme y amorosa de una maestra de las de antes, de las que invita sin imponer; nos ha extendido su mano y nos ha abierto los ojos para que no demos tumbos.

Pero además, la experiencia llegó con el valor agregado de haber conocido a decenas de personas de todas partes del mundo y formar con ellas una comunidad virtual sedienta por continuar creciendo, aprendiendo, mejorando, experimentando. En nuestro salón y laboratorio virtuales encontramos camaradería y compañerismo reales.

Y así, después de este paréntesis de hipercatividad del último mes, nos reinsertamos al mundo con los sentidos repotencialdos, dispuestos a (re)conocerlo a través de los lentes de nuestras cámaras, más o menos expertas, más o menos instruidas, da igual. Seguros de que los desvelos editando, escogiendo, o comentando, los madrugonazos para aprovechar la mejor luz o los super bronceados después de un día entero de patear calle por una buena foto, han valido y seguiran valiendo la pena.

Por lo que viene!

Sunday, June 20, 2010

Friday, June 4, 2010

Algunas palabras sobre "La breve y maravillosa vida de Óscar Wao", de Junot Díaz


La breve y maravillosa vida de Óscar Wao marca el debut en el género novelesco del autor dominicano Junot Diaz (1968), sin lugar a dudas una entrada estelar que le hiciera merecedor del premio Pulitzer de ficción (2008)  y que le colocara entre los 35 mejores títulos del 2007 y en el escalafón de honor de la lista de mejores libros de ficción del 2007 según las revistas Time y New York Magazine.

El éxito no es desmerecido. Una y muchas novelas a la vez, La breve y maravillosa vida de Óscar Wao sobrevuela temas tan modernos como la inmigración, el sentido de desarraigo en nuestro movible mundo actual, la importancia de las apariencias físicas en esta sociedad materialista y guiada por lo físico; e igualmente temas tan antiguos como la tiranía, la superstición, los mitos que se tejen en torno a lo latinoamericano (y específicamente, lo dominicano) y la necesidad de amar y ser amado.

La novela narra las desventuras de Óscar de Leon, mejor conocido como Óscar Wao, un joven antihéroe de grotescas proporciones, carácter retraído y tendencias "nerd". Hijo de familia dominicana radicada en un gueto de Nueva Jersey, el joven carga el peso del "fukú" -maldición- que cayera sobre sus ancestros. Obsesionado con hallar el verdadero amor y ser correspondido, y castigado en innumerables ocasiones con la indiferencia, Óscar se entrega a la lectura de cómics y novelas de ciencia ficción, así como a la escritura compulsiva de una novela infinita que, según él, lo convertirá en el Tolkien dominicano. Suya es la tarea de desafiar el círculo de calamidades de 50 años y tres generaciones de desamor, iniciada por el temible dictador dominicano, Rafael Leonidas Trujillo.

A pasar de su cautivador argumento, es realmente el estilo lo que más me ha atrapado de la novela de Díaz. Ligero y ocurrente, el lenguaje coloquial se exacerba hasta lo inimaginable. El spanglish  (¡horror!) llega para quedarse desde la primera página, para de esa forma retratar la realidad linguística de los dominicanos en EE.UU. (no apta, por tanto, para puristas del idioma...).  Así, el idioma de Díaz no separa, ni confronta, sino que democráticamente abre un nuevo código que refleja esa lucha por hallar el sentido de pertenencia sin olvidar las raíces, propio del inmigrante.

De estructura narrativa cruzada y múltiples saltos temporales, la novela resulta además un verdadero catálogo de la cultura popular en cuanto a referencias a títulos afamados del cómic, la ciencia ficción, la televisión y el cine modernos. Así, la ficción anglosajona se entremezcla con la fantasía de las Antillas (el realismo mágico nos ha quedado pequeño), se difuminan los parámetros de la historia y la crónica para contar, en y a través de Óscar, la historia insólita, inaudita y maravillosa de todos latinoamericanos inmigrantes posmodernos.



Nota sobre la traducción: La novela fue escrita originalmente en inglés. La traducción al español estuvo a cargo de la escritora cubana Achy Obejas, quien emprendió la labor titánica de traducir (y a veces hasta explicar en notas al pie de página) este mezclote de idiomas, referencias a la cultura pop, situaciones históricas e inflexiones y ritmo propios del lenguaje hablado, sin que perdiera su sentido original. Un trabajo impecable y digno de admiración.